Reflection

Abstract

El impacto social implica evidencias cuantitativas y cualitativas de la eliminación de abusos, de la creación de entornos seguros y del desarrollo de una nueva cultura de protección gracias a esas acciones, programas, políticas y/o formación. Esto es lo que transforma vidas, lo que alivia a las víctimas, lo que protege a los y las más vulnerables de la victimización, etc.

La Iglesia católica, bajo el liderazgo del Papa Francisco, no solo está rompiendo el silencio en relación con los abusos sexuales y las relaciones abusivas, sino que la Iglesia universal también está promoviendo y poniendo en marcha medidas para evitar que los abusos vuelvan a producirse. Esta postura unida no se encuentra en la sociedad en general, a pesar de que el problema de los abusos sexuales (y otros tipos de abusos) se produce en todos los sectores de la sociedad y las instituciones, incluidos los partidos políticos, las instituciones educativas, las empresas, los clubes deportivos, los clubes nocturnos, las familias, y en todas las culturas, entornos socioeconómicos, regímenes políticos o religiones (John Jay College Of Criminal Justice & Catholic Church, 2004; Oates et al, 2000; Martin & Silverstone, 2013).

Para aprovechar al máximo esta oportunidad histórica que tiene la Iglesia de contribuir a crear un mundo libre de violencia, el compromiso con el impacto social es crucial. Nuestra responsabilidad no es hacer salvaguarda, sino hacer la salvaguarda que ha demostrado funcionar mejor para prevenir y eliminar los abusos en la Iglesia y fuera de ella, es decir, hacer salvaguarda con impacto social. Nuestro trabajo sobre políticas, protocolos y formación debe traducirse finalmente en la disminución de los abusos y en el establecimiento de entornos seguros y de una cultura coherente de protección. Las acciones de salvaguardia deben ser objeto de seguimiento y evaluación en este sentido. ¿Cómo podemos hacerlo? Con la ciencia de la salvaguarda/protección y con la ciencia del impacto social. [1]

Afortunadamente, ya se dispone de información sobre acciones, programas e intervenciones de salvaguardia que han demostrado su impacto social, y gran parte de ella es de libre acceso. Así, cualquier ciudadano que tenga acceso a Internet puede conocer esos programas y acciones, el impacto que han logrado, dónde y cómo. Estos datos pueden encontrarse en revistas científicas que tratan sobre el maltrato infantil, la violencia contra las mujeres, la investigación educativa, las ciencias sociales, la investigación sanitaria, el desarrollo infantil y adolescente, etc. Es más, ya existe un compendio de dichos programas y acciones publicado recientemente por la Comisión Europea en el Informe Achieving student well-being for all: educational contexts free of violence.Este Informe de la CE presenta programas y acciones internacionales que abordan la Violencia contra la Infancia (VAC por sus siglas en inglés), incluido el abuso sexual infantil, indicando los 13 programas de los cuales hay evidencias de impacto social publicadas en revistas científicas indexadas. El informe también enumera programas, algunos de los cuales son bastante populares -y caros-, y para los que los datos publicados no muestran impacto positivo. Los responsables de formación en salvaguarda deberían informarse sobre las actuaciones de éxito en materia de protección y compartir estos conocimientos con: a) los y las responsables de la aplicación de acciones y programas de protección de la infancia y, b) los y las responsables de las instituciones que atienden a niños, niñas y personas adultas vulnerables.

Se trata simplemente de aplicar la misma lógica que en cualquier otro sector profesional, como en el sistema sanitario. Los profesionales de la medicina recomiendan y prescriben el tratamiento que ha demostrado ser la mejor cura para una enfermedad. Tampoco en la salvaguardia es necesario el enfoque de "probar y ver qué pasa". Hacer lo contrario perpetúa o incluso aumenta el sufrimiento de los más vulnerables. Sabemos que la ideación suicida es elevada entre las víctimas de abusos sexuales y que el número de víctimas que lo cometen va en aumento (Molnar, Berkman & Buka, 2001; Pampati, 2020). Es más, el artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Asamblea General de las Naciones Unidas, 1948) deja claro que existe un derecho humano a la ciencia, un derecho humano a beneficiarse de los avances científicos. Esto significa que toda la infancia y todas las personas adultas, sin excepción, tienen derecho a beneficiarse de la ciencia de la salvaguardia. Podemos añadir también, de acuerdo con nuestros valores, que cuanto más pobre son las personas, mejor servicio debe prestárseles.

También es importante señalar que existen acciones, programas, políticas y protocolos de salvaguardia que parecen estar ayudando a poblaciones de diferentes partes del mundo. Hay personas muy comprometidas en todos los continentes y contextos, que dedican incansablemente sus vidas a crear entornos seguros en las obras de la Iglesia para la infancia y las personas adultas vulnerables. Sin embargo, rara vez se han recogido datos que evidencien el impacto social de estas acciones. Es muy importante empezar a recopilar datos de impacto de esas excelentes obras. Hablamos aquí de evaluación del impacto. Cada vez más congregaciones, gobiernos, organismos de financiación, etc., empiezan a exigir evidencias de impacto social. Esto les ayuda a decidir si deben seguir apoyando dichos programas. Es una buena noticia, ya que significa comprometerse a apoyar los mejores programas.

La evaluación de impacto es clave y hacerla bien es crucial. Aquí es donde hay que plantear preguntas y ofrecer directrices, ya que existe una industria creciente también en torno a la evaluación del impacto. Han aparecido empresas y consultorías que dicen evaluar el impacto en la salvaguardia y algunos organismos eclesiásticos emplean a esos evaluadores. Sin embargo, muchas de esas empresas no conocen y no tienen experiencia en la investigación de la medición del impacto social y suelen caer en graves errores. Uno de ellos es confundir impacto, transferencia y difusión. Este error ha sido señalado, explicado y aclarado por primera vez por el primer científico del ranking en el campo del impacto social: "Mientras que difusión significa divulgar el conocimiento creado por la investigación entre ciudadanos, empresas e instituciones, transferencia se refiere al uso de este conocimiento por parte de estos diferentes actores. Sin embargo, el impacto social se refiere a las mejoras reales resultantes del uso de este conocimiento en relación con los objetivos que motivan el proyecto de investigación (como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas)" (Flecha, 2022; Pulido et al, 2018). Esta diferenciación es sumamente útil para quienes se dedican a la salvaguardia.

Si mide el impacto social de sus formaciones, acciones/programas/intervenciones y políticas, asegúrese de no utilizar como indicadores el número de veces que ha concedido entrevistas en la prensa o en la televisión, el número de cursos impartidos, los índices de inscripción en sus talleres, el número de diplomas de salvaguardia otorgados, etc. Eso es difusión. Tampoco utilice como indicadores de impacto social la transferencia de programas a otros países, contando el número de acciones transferidas, el número de países que implementan una acción transferida, el dinero dedicado a apoyar trabajos de salvaguardia en otros países, etc. Todo eso es transferencia. Se puede transferir un programa de salvaguardia a las obras de la Iglesia en los países más pobres del mundo, pero eso no significa que se estén reduciendo los abusos en esas obras. Lo mismo sirve para el caso de la formación.

El impacto social implica evidencias cuantitativas y cualitativas de la eliminación de abusos, de la creación de entornos seguros y del desarrollo de una nueva cultura de protección gracias a esas acciones, programas, políticas y/o formación. Esto es lo que transforma vidas, lo que alivia a las víctimas, lo que protege a los y las más vulnerables de la victimización, etc.

Pedro Arrupe SJ, antiguo Superior General de la Compañía de Jesús, decía que le espantaba “que podamos dar respuestas de ayer a los problemas de mañana”. La investigación científica en el campo de la salvaguardia arroja luz sobre aquellas soluciones más actualizadas con impacto social. Asimismo, la ciencia actual del impacto social puede ayudarnos a mostrar las profundas transformaciones que se están produciendo cada día en todo el mundo gracias a las acciones de salvaguardia, presentando así un horizonte lleno de luz y esperanza para las víctimas, para todos nosotros y nosotras y para las generaciones futuras.



[1] Esto es indispensable y debe basarse en los valores de la doctrina social católica, acompañados de una reflexión teológica y espiritual.


Referencias

Flecha, R. (2022). La sociedad dialógica.Barcelona: Hipatia Press.

John Jay College Of Criminal Justice & Catholic Church. United States Conference Of Catholic Bishops. (2004) The nature and scope of sexual abuse of minors by Catholic priests and deacons in the United States,-2002: a research study conducted by the John Jay College of Criminal Justice, the City University of New York: for the United States Conference of Catholic Bishops. [Washington, D.C.: United States Conference of Catholic Bishops, ©] [Pdf] Retrieved from the Library of Congress, https://www.loc.gov/item/2019667266/

Martin, E.K., & Silverstone, P.H. (2013) How much child sexual abuse is “below the surface,” and can we help adults identify it early? Front. Psychiatry 4:58. doi: 10.3389/fpsyt.2013.00058

Molnar, B., Berkman, L., & Buka, S. (2001). Psychopathology, childhood sexual abuse and other childhood adversities: Relative links to subsequent suicidal behaviour in the US. Psychological Medicine,31(6), 965-977. doi:10.1017/S0033291701004329

Oates, R. K., Jones, D. P., Denson, D., Sirotnak, A., Gary, N., & Krugman, R. D. (2000). Erroneous concerns about child sexual abuse. Child Abuse & Neglect, 24 , 149-57.

Pampati, S., Lowry, R., Moreno, M.A., Rasberry, C.N., & Steiner, R.J. (2020). Having a Sexual Photo Shared Without Permission and Associated Health Risks: A Snapshot of Nonconsensual Sexting. JAMA Pediatr. 2020;174(6):618–619. doi:10.1001/jamapediatrics.2020.0028

Pulido, C.M., Redondo-Sama, G., Sordé-Martí, T., & Flecha, R. (2018) Social impact in social media: A new method to evaluate the social impact of research. PLoS ONE 13(8): e0203117. doi.org/10.1371/journal.pone.0203117

United Nations General Assembly. (1948). The Universal Declaration of Human Rights (UDHR). New York: United Nations General Assembly.

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Publicado por SJES ROME - Coordinador de Comunicaciones in SJES-ROME
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