Casa Alberto Hurtado, una luz en la oscuridad de Siria

La Casa Alberto Hurtado fue fundada hace tres años en el barrio de Jaramana, a las afueras de Damasco. Beit Alberto (casa de Alberto en árabe), como la gente la llama, es un centro cultural y educativo. Hasta hace algunos años, Jaramana era un suburbio de unas 800 mil personas, en su gran mayoría de religión druza que convivían con otras minorías religiosas como la cristiana y la alawita. Con la guerra, Jaramana se convirtió en un lugar de acogida de desplazados de diferentes lugares del país. Actualmente vivimos aquí más de 3 millones de personas de diferentes religiones, clases sociales y niveles educativos. Las construcciones antiguas, los edificios nuevos de 6 u 7 pisos y las casas de techos de cartón forman parte del paisaje urbano junto con las grandes avenidas y las calles sin asfaltar.

Vivir en Jaramana no es fácil, su crecimiento demográfico tiene como consecuencia que la mayoría de la población no cuentan con los servicios básicos como el agua y la electricidad (solo hay dos horas de electricidad al día). La gente sufre también de la falta de transporte público y de los servicios de la limpieza de las calles; esto último provoca la suciedad y los malos olores que afectan a la salud de los habitantes. Beit Alberto es la respuesta de la Compañía de Jesús a ir a los lugares de frontera. La Compañía no solo está presente en Siria, sino que está en uno de los lugares con mayor necesidad.

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Somos 4 jesuitas los que vivimos y colaboramos en Beit Alberto. Trabajamos sobre todo con jóvenes de diferentes confesiones religiosas; estudiantes universitarios que pasan una gran parte del día en el centro para preparar sus cursos o para participar en alguna de nuestras actividades educativas o culturales. Nuestro objetivo es: acompañar a los jóvenes tanto en su vida estudiantil como profesional; ayudarles a adquirir las herramientas necesarias para enfrentar su realidad y construir su futuro. Acompañarlos en su búsqueda de sentido de la vida, de su vida en Siria. Para realizar este objetivo, organizamos varias actividades como: cursos de desarrollo personal, comunicación; talleres de escultura, danza, música, canto, teatro, dibujo y diseño gráfico; además, de proyecciones de películas, conciertos, exposiciones, torneos de ajedrez, ping-pong, etc. También se proponen retiros y fines de semana espirituales para los cristianos. Deseamos que Beit Alberto sea reamente una casa para los jóvenes y que ellos se sientan en casa.

Debido a la guerra, los jóvenes sirios tienen grandes desafíos: destrucción de la infraestructura y de las relaciones sociales, crisis económica, escases de servicios y de productos, desempleo, servicio militar para los varones, etc. La juventud siria se encuentra entre las más pobres, no solo pobres en el sentido económico y social del término, sino pobres de esperanza y de futuro. Muchos jóvenes se sienten asfixiados en este contexto, necesitan cambiar de aire, abrir sus horizontes. Hoy, muchos varones desean alargar lo más posible sus estudios para evitar el servicio militar; pero la gran mayoría de los jóvenes (hombres y mujeres) esperan la obtención del título universitario para dejar el país sin importar mucho el destino.

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Esta realidad toma mucha energía de cada uno de nosotros. Mucho de nuestro tiempo se invierte en solucionar problemas que en otros lugares del mundo no existen, por ejemplo: garantizar en el centro la electricidad, el agua, el petróleo para la calefacción durante el invierno (las temperaturas pueden bajar hasta menos 7 grados), el gas para cocinar, etc. Tiempo que deberíamos emplear para pensar y hacer cosas más importantes como son la pedagogía y el acompañamiento. Sin embargo, nuestros verdaderos retos son: ¿cómo ayudar a los jóvenes a reconstruir la confianza en ellos mismos, en la sociedad y en su país?, ¿cómo ayudar a construir esperanza en medio de este conflicto que tiene ya 13 años?

No obstante, nosotros encontramos mucha consolación en nuestra vida en Siria y en nuestro trabajo apostólico con los jóvenes. Ellos, a pesar de tener todo en contra, tienen un gran deseo de vivir y de salir adelante. No dejan de luchar. En estos años de acompañar a los jóvenes, hemos sido testigos de la luz que se abre camino en la obscuridad, de la alegría y de la vida en este contexto de guerra y muerte, hemos sido testigos de la Resurrección, de la resurrección de hombres y mujeres nuevos. Son los jóvenes quienes nos ayudan a avanzar, a vivir con esperanza en este país.

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Publicado por SJES ROME - Coordinador de Comunicaciones in SJES-ROME
SJES ROME
El SJES es una institución jesuita que ayuda a la Compañía de Jesús a desarrollar la misión apostólica, a través de su dimensión de promoción de la justicia y la reconciliación con la creación.

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