Garantizar la seguridad y el bienestar de las personas a las que servimos es una de las grandes prioridades de la Compañía de Jesús. Todo jesuita tienen un importante papel en la creación y el mantenimiento de un entorno que ofrezca un espacio seguro en el que cualquier persona pueda crecer y desarrollarse óptimamente, sintiéndose respetada y tratada con dignidad.

Como un signo formal de su compromiso con la protección de la seguridad y el bienestar de todos aquellos encomendados a su cuidado, la provincia jesuita de Indonesia ha promulgado un protocolo de salvaguardia para orientar a sus miembros en una conducta acorde a sus ministerios y garantizar que en todo momento se promueve una cultura de la seguridad.

El provincial indonesio, P. Benny Juliawan SJ, afirmó que la promulgación de este protocolo representa un paso hacia el reconocimiento de –y el arrepentimiento por– los errores y pecados del pasados, conforme a la petición de la Compañía universal y el papa Francisco, así como un firme compromiso para mejorar la forma en la que la provincia se relaciona con las personas a las que sirve.

El Reverendísimo P. Robertus Rubiatmoko, arzobispo de Semarang, manifestó su gratitud y apoyo, subrayando que la Iglesia realmente necesita protocolos como este. La archidiócesis de Semarang, que está elaborando uno similar, lo tomará como referencia. El arzobispo dijo que confiaba en que estas directrices ayuden a los jesuitas a vivir su vocación de la mejor manera posible, de suerte que puedan ofrecer también el mejor servicio posible.

Como prescribió el P. General Arturo Sosa en su carta de 2018 sobre compartir el sufrimiento de las víctimas de abusos y promover una cultura de la protección, todo jesuita necesita una conversión personal, comunitaria e institucional en la que se preste atención a la integridad de la vida. Para un jesuita, crear una cultura de la seguridad significa asimismo proteger y cuidar a sus compañeros jesuitas, como escribe Ignacio en los Ejercicios Espirituales.

Fuente: JCAP