Oración de Jacques Couture sj (GLC) (1929 – 1995)
Inspirado por una contemplación a la que acudió con frecuencia durante su vida, esta oración de Jacques Couture sj toma el punto de vista de Jesús, cuando expresa su compasión ante la multitud, tal como recoge el pasaje de Mt 25. Jesús nos invita a mirar con sus ojos todas las formas de pobreza y de sufrimiento que experimentan las personas que encontramos, pues se ha identificado con ellas. Jaques Couture escribió esta oración en Madagascar en 1986. Allí vivió y trabajó durante años en un barrio donde la precariedad siempre estaba a la vista.
El Dios del que sé,
permanece a la sombra de mi casa.
Cada día pide un poco de arroz,
más aún, una mirada de cariño, un rostro acogedor.
El Dios que conozco nació en un pesebre
y murió en un leño.
Y desde una cierta mañana de Pascua,
va de acá para allá por el mundo,
se confunde entre la muchedumbre anónima,
entre los olvidados, los rechazados.
Lo veo asomar sobre todo en las calles de mi barrio.
Hace todo por pasar desapercibido, apenas se deja ver,
y nueve de cada diez veces no es reconocido…
El Dios que conozco no tiene poder, calla,
es muy turbador.
No me deja dormir tranquilo.
Me persigue en las noches apacibles.
Me dice que tiene hambre, que tiene sed, que está desnudo,
que es extranjero, que está preso.
Grita desde el borde del camino.
Gime abandonado, rechazado.
Muestra sin vergüenza sus huesos descarnados, su cuerpo magullado.
Creí entender su voz el otro día:
“Estoy siempre con vosotros, nunca os he abandonado.
No me dejéis morir de hambre,
no me dejéis una noche más sin techo, sin calor.
No me dejéis en tanta aflicción,
sufriendo la injusticia, recibiendo golpes, siendo torturado.
Tengo necesidad de vosotros
hoy, esta misma tarde.
Llamo a la puerta, pero nadie me responde.
Hace frío, estoy solo, nadie viene en mi ayuda
para alzarme, para aliviar mis heridas”.
El Dios que yo conozco se llama Jesucristo,
permanece a la sombra de mi casa…
